miércoles, 14 de febrero de 2018

Enseñar desde el corazón


“La enseñanza que deja huella no es la que hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”. Frase de Howard G. Hendricks, (1924-2013) – distinguido profesor y presidente del centro para el liderazgo cristiano en el Seminario Teológico de Dallas, Texas-, autor del clásico ‘Enseñando para cambiar vidas’.

Enseñar de corazón a corazón para dejar huellas, como dice Howard G. Hendricks, es trabajar desde la empatía, la validación y la disposición abierta a ser enriquecido por el otro.

Diferente a querer rellenar de conocimientos, a convencer sin dudas o a inducir comportamientos, este tipo de enseñanza, de ineludible relación con el propio aprendizaje, apunta a desarrollar la autogestión, crear competencias de gestión de la realidad, de las posibilidades  y de las relaciones, y facilitar el vuelo sin señalar el cielo a volar. 

De cabeza a cabeza se brinda información, se instala el marco a respetar, se marcan niveles y alcances desde afuera, se indican modos y formas y se busca meter en moldes.

Desde la búsqueda de llegar al corazón, generando contextos empáticos y libres de aprendizaje, alentando la creatividad y la búsqueda de modos propios, facilitando la pregunta y el cuestionamiento, sosteniendo de la mano sin intentar llevar a una única mirada, se invocarán el compromiso voluntario, el asombro , la capacidad de descubrir y se conectará con la emoción.

Para ello se hace necesario bucear en  los propios sentimientos, alentar el deseo de enseñar y no la obligación de formar, y poner la congruencia al servicio de la construcción compartida.
Porque no hay proceso de enseñanza aprendizaje mas profundo que aquel que se teje en relación.

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